<<(...) Créeme, hijo mío, es infinitamente más fácil montar una poderosa maquinaria de conquista apostólica que hacerse pequeñito y humilde (...) Instintivamente cerramos los ojos a la Cruz y justificamos con mil racionalizaciones nuestras ansias de conquista y victoria. Hacerse pequeñitos, he ahí la salvación. Comencemos por reconocer que sólo Dios salva, sólo Él es omnipotente y no necesita de nadie. De necesitar algo, sería de siervos insignificantes, pobres y humildes, que imiten a su Hijo sumiso y obediente, capaces de amar y perdonar. Sólo eso, de nuestra parte. Lo demás lo hará Dios>>.
"El hermano de Asís".
Ignacio Larrañaga
Ignacio Larrañaga
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