lunes, 10 de septiembre de 2012

La piedad



<<La piedad no es otra cosa que confianza. Tiene  confianza la persona sencilla, sana, inofensiva, el niño, el salvaje. A mí, que no era sencillo ni inofensivo, la confianza tuvo que llegarme después de muchos rodeos. El principio es confianza en sí mismo. La fe no se alcanza con cálculos, culpa y escrúpulos de conciencia, ni con mortificación y sacrificios. Todos estos esfuerzos van dirigidos a dioses que habitan fuera de nosotros. El Dios en quien debemos creer está en nuestro interior. Quien se niega a sí mismo, no puede aceptar a Dios>>.

"El caminante".
Hermann Hesse

5 comentarios:

Anónimo dijo...

"... Quien se niega a sí mismo no puede aceptar a Dios"

¿no era justo al revés? este Hermann Hesse defiende este Dios a nuestra medida, y a Dios sí nos acercamos por el sacrificio, la sangre y la negación, como prueban y explican los santos y mártires.

Juan de Dios, OCDS dijo...

A Dios nos acerca el Amor. Dios nos ama tal y como somos (débiles e imperfectos). La aceptación de nuestra naturaleza(y no su negación) nos moverá a la humildad, y ésta a la confianza en el Dios que nos sostiene en la palma de su mano, que nos abraza y nos ayuda a levantar cada vez que caemos.

Lo que movía a santos y mártires era el Amor a Dios y el Amor a su Prójimo... lo demás era "secundario".

Anónimo dijo...

Me sigue pareciendo un poco "protestante" el texto de Hesse.

La mortificación y los sacrificios son una parte vital del seguimiento de Cristo, como bien explica SJC: "Niega tus deseos y alcanzarás lo que desea tu corazón" o STJ: "... no hacer en nada nuestra voluntad".

Yo sí noto, en mi humilde experiencia, que, sin renuncia a algo, sin cruz, no hay progreso, no hay unión.

Juan de Dios, OCDS dijo...

Te respondo con S. Juan de la Cruz, herman@ anónim@:

"Porque a cada una (alma) lleva Dios por diferentes caminos, que apenas se hallará un espíritu que en la mitad del modo que lleva convenga con el modo del otro" (L 3,59)

Anónimo dijo...

Sí, pero San Juan de la Cruz marca claramente el camino:

"... ni cogeré la flores,
ni temeré las fieras..."


Sigo viendo el texto de Hesse protestante. Nuestra mortificación y sacrificio (cada uno en su medida) ni son inútiles ni van dirigidos a "dioses" con minúscula. Son necesarios, como la negación propia.