Como explorador, el terreno que piso cada día es nuevo. La luz moldea los paisajes: pinceladas magistrales de puro amor, pero también claroscuros que suscitan pavor... Hay días en que te pierdes en el bosque y hay días en que el desierto te engulle, el sentido de pérdida es el mismo y no es lo importante. Vivir es perder a cada segundo ¡qué hermosa pérdida mientras sigas buscando, porque al buscar ya estas encontrando flores nuevas, latidos nuevos, explosiones de color (gracias a la Luz).
Imagina por un momento una flor sin color, porque el pasar y las pérdidas se lo han robado ¿no sería algo asombroso ya sólo por el hecho de ser "flor sin color"? Pues bien, como explorador, la quiero recoger, y con sumo cuidado la llevaré a mi jardín, donde cantaré su destino con asombro y este asombro será su nuevo color.
Desde luego que mi trabajo como enfermero no tiene mucho que ver con la jardinería, pero le pido a nuestro Buen Dios que me permita ser explorador cada día (¡correré el riesgo!); porque a veces, cuando la niebla se deshace, puedo ver que ya me lo había concedido antes de pedírselo.
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